Japón: Ciudades y otros lugares de interés

Kyoto


Kyoto
La antigua capital, que conserva tesoros incalculables y unas tradiciones a las que nunca se les ha opuesto resistencia, durante siglos no ha estado afectada por el paso del tiempo. Los templos consagrados y las calles tradicionales perfumadas de serenidad no pueden evocar mejor la imagen de ese Japón con el que han soñado tantas veces.

Seguro que has oído hablar de la ciudad de Kyoto en temas relacionados con el cambio climático y las emisiones de gases, el famoso Protocolo de Kyoto, pero esta ciudad japonesa es conocida en el país por haber sido el centro político y espiritual de Japón. Durante diez siglos ha ostentado la capitalidad cultural y ha sido residencia oficial de la familia real nipona.

En la actualidad conserva el espíritu imperial de Japón, y muchos japoneses siguen considerando a la ciudad como la capital espiritual del país. Sus maravillosos jardines y hermosos templos mantienen su encanto señorial, nos trasladan a un tiempo ancestral y nos hacen partícipes de una cultura tradicional y milenaria. Paseando por sus jardines aún podemos contemplar geishas, pues es un lugar donde aún se conserva esta tradición y barrios como Gion y Pontochō aún son lugar de residencia de muchas de ellas.

En la cultura nipona la integración de la naturaleza en las construcciones arquitectónicas alcanza el grado de simbiosis. Los majestuosos templos construidos con elementos naturales como madera, papel, piedra o el agua se integran en los encantadores jardines y estanques que en otoño se tiñen de miles de tonalidades. El ejemplo más significativo es el templo de oro, Kinkakuji, recubierto de este preciado mineral por dentro y por fuera. Se encuentra rodeado de un lago y el resplandor dorado se refleja en sus cristalinas aguas.

En Kyoto surgió la ceremonia del té, el arte del ikebana (el arreglo de flores), la construcción de casas a base de madera, los jardines Zen, el tatami como cama. El floración de los cerezos es un acontecimiento nacional que esta ciudad es de una belleza significativa.

Viajar hasta Japón y no visitar esta preciosa ciudad es un error imperdonable, por ello si tenemos pensado un viaje por el país del Sol Naciente deberemos reservar unos días para conocer la auténtica cultura japonesa.

En el centro de Kyoto (mapa) se encuentra el Palacio Imperial, cuya arquitectura es famosa por haber alcanzado la quintaesencia de la simplicidad de las formas (entrada con reserva previa). Cerca del palacio, se encuentra el Castillo Nijo, con la más suntuosa arquitectura. Fue la residencia del shogún Tokugawa Ieyasu durante sus escasas visitas a la ciudad.

Gion Corner (en inglés), cerca de Shijo-Kawaramachi, es el lugar ideal para descubrir el teatro y las artes tradicionales. Los restaurantes de estilo antiguo, con una decoración de exquisito gusto, agudizan aún más la atmósfera refinada que se respira en este barrio. En el sector de Higashiyama, el Templo de Sanjusangendo se distingue por las 1.001 estatuas de madera dorada de Kannon, diosa de la misericordia. El Templo Kiyomizu es famoso por su espectacular construcción con pilares de madera que lo sostienen sobre un valle lleno de delicias, permitiéndole ofrecer una magnífica panorámica de la ciudad. El Templo Ginkakuji, o Pabellón de plata, debe su fama tanto a su hermosura arquitectónica como a sus jardines minimalistas con diseño paisajista. La Villa imperial de Katsura, situada en los barrios oeste de Kyoto, está considerada como uno de los más hermosos ejemplos de la arquitectura y del jardín paisajista tradicionales de Japón. La Villa imperial de Shugakuin (en inglés) fue construida en el siglo XVII por el shogunato de Tokugawa a fin de servir de retiro al Emperador Go-Mizuno.

Arashiyama, a 20 minutos en tren desde el centro de Kyoto, cuenta con un gran número de templos y tenderetes. Apreciarán lo fácil que es hacer una visita a pie o en bicicleta, y su paseo resultará una delicia los días que hace buen tiempo. Al oeste de Kyoto es donde se encuentra el Eldorado de los turistas: los templos Kinkakuji y Ryoanji. El reluciente Kinkakuji, llamado el Pabellón de Oro, ofrece un notable contraste con el Templo Ryoanji cuyo jardín de piedras, hecho de rocas y de arena blanca, encarna la más pura simplicidad de las formas.



Jardines del templo Toji, en Kyoto

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